Las intidas ‘padre’ y ‘homosexual’ suelen verse o mutuamente excluyent. El propóso te artículo explorar las experiencias paternidad hombr homosexual en Chile. Se realizaron entrevistas en profundidad a 14 padr que se to intifin o homosexual o gay y que han tenido hijos tanto en el mar una relación heterosexual, o en el ntexto una relación homosexual (a través gtación subrogada o acuerdo parentalidad). Los rultados mutran que las experiencias paternidad los padr gay no son muy diferent a las los padr heterosexual. Las diferencias triban en que los padr homosexual a) safían tereotipos cultural que asumen que una mujer necaria para criar un/a niño/a y b) sarrollan trategias para proteger a s faias un entorno hostil. En te artículo mostramos cómo un ntexto heteronormativo que valúa a la homosexualidad fluye en las experiencias parental hombr gay en Chile.
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“SOY UN PAPá SúPER NORMAL”: EXPERIENCIAS PARENTAL HOMBR GAY EN CHILE
Aunque muchos los polítis oposor a la dictadura habían suido el exil en Europa y nocido los mbs social en relación a la homosexualidad, nguno parecía tar disputo a transformar e tema en un punto la agenda rechos humanos, por lo más la agenda l momento taba domada por las tensn n las Fuerzas Armadas. Anton Moreno, arzobispo Concepción, claraba en septiembre 1990 que la sociedad chilena taba entrando a un mo pedregoso, pecialmente entre la juventud que enentaba “el difundido permisivismo, la generalización las relacn prematrimonial, la ecuencia las separacn, la mpaña l ntrol la natalidad, el o l prervativo y la tolerancia ente a la homosexualidad que avanza” (3). Algunos municips prohibieron la exhibición revistas erótis en los kskos; el anismo enrgado la lifición cematográfi censuró películas Juan José Bigas Luna y Pedro Almodóvar por nsirar s ntenidos apropiados; un vio la documentalista Gloria Camiaga por “exaltar el mundo homosexual” (5).
Fue en os años cuando el movimiento religso Teocráti pturó la atención los meds n accn llejeras amedrentamiento que cluyeron rayados en las cernías distequ gay, y fue también durante la temprana transición que la prensa nservadora nnó la ejecución Jornadas Edución Sexual en las cuelas públis. Aunque sífilis y sida partían ciertos rasgos –enfermedas transmisión sexual asociadas popularmente a la ia transgrión y excos– la irremediable vculación l vih n la homosexualidad le daba un matiz distto y la posibilidad engendrar un discurso moralizador severo ntra una moría que se mostraba o la portadora si excliva la peor las pt: s duda se trataba un stigo Ds o la naturaleza, un aviso, una señal, un jete un apolipsis cerno. Así lo pensaba el diputado Renovación Nacnal René Manuel García, quien en jun 1995 a propóso una disción parlamentaria por la reforma al artículo 365 l Código Penal que penalizaba las relacn sexual entre varon señaló:« Por lo tanto, votemos en nciencia, y votemos por lo que creemos que lo mejor para la sociedad: proteger las buenas stumbr, la moral y a nutros hijos ta lacra social que la homosexualidad, y así evaremos mpañas l Sida, las feccn que han provodo, y todo te stigo que Ds ha imputo, práctimente a toda la unidad homosexual l mundo» (6) muchos las víctimas no eran pletamente víctimas, so los provodor su prop rtun.
Si los primeros movimientos gay Estados Unidos y Europa se gtaron en torno a la rogación ley que discrimaban laboralmente y al aso policial –sumándose al mb social que promovieron los movimientos rechos civil las morías étnis y el femismo– en nutro país fue la urgencia la epimia la que d impulso fivo para que surgieran anizacn n una plataforma políti clara. Durante los primeros años la déda los 90 la mayoría los artículos y reportaj que aludían a la homosexualidad en Chile se relacnaban n el sida y la prostución mascula, y scribían, más que una unidad personas, el tereotipo una criatura curridiza y atemorizada. La referencia habual la prensa la épo sobre los homosexual se pue parar n la que se hace sobre una pecie zoológi que no tiene voz para hablar sobre sí misma –a no ser un ttimon anónimo en un tono clansto– so que be ser “explida” en s stumbr y taras por los pecialistas a rgo su tud: un médi psiquiatra o psicólogo, un sacerdote y, eventualmente, un policía.